Leer las emociones a través de la mascarilla. Desde que somos pequeños y empezamos a relacionarnos con los demás, aprendemos a identificar sus estados emocionales. Los niños tienen una gran habilidad para hacerlo, y es que imitan de manera natural desde muy pequeños las emociones de aquellos con los que interactúan. De hecho, un esquema simple de tres puntos aparentando dos ojos y una boca es suficiente para captar la atención de los lactantes.
El secreto: los microgestos faciales
Los humanos podemos realizar más de 10.000 expresiones faciales a través de los 44 músculos que tenemos en la cara. La expresión emocional se manifiesta de diferentes maneras y los microgestos faciales están más dibujados en la parte superior del rostro. ¡Gran parte del secreto está en nuestras cejas!
Además hay algunas emociones como la tristeza o la alegría que no solo se expresan visualmente, el llanto, la risa e incluso la sonrisa se pueden escuchar.
Son muchos los estudios que investigan y ponen gran énfasis en la voz como liberadora de nuestros estados emocionales profundos. Nuestro tono de voz a la hora de comunicar, la musicalidad, la gravedad de la voz etc., son indicadores de nuestras emociones. No debemos olvidar que “los ojos son el espejo del alma”. A través de ellos somos capaces de apreciar mucha información sobre el estado emocional de las personas que nos rodean.
Programados para interpretar
Estamos programados para interpretar las emociones de los demás a partir de las señales que nos envían los gestos de su rostro. Descubrimos cómo se siente alguien fijándonos en sus cejas, frente y ojos:
Cuando los ojos se empequeñecen y se marcan las arruguitas de alrededor es señal de alegría.
Unos ojos muy abiertos y unas cejas arqueadas son señal de sorpresa.
Unas cejas arrugadas indican contrariedad, rechazo o enfado.
El cuerpo también nos da información
Para leer las emociones a través de la mascarilla, nos toca fijarnos en más detalles:
- Unos hombros caídos revelan cansancio o tristeza.
- Una postura excesivamente erguida y tensa, y un caminar rápido indican que la persona tiene prisa y que, probablemente, no tiene tiempo a pararse a hablar.
- Unas piernas que se mueven en exceso pueden ser indicativo de nervios.
Leer las emociones a través de la mascarilla: hemos aprendido a saludar sin la sonrisa
Antes bastaba con una mirada y una sonrisa para saludar a alguien. Ahora debemos ser más proactivos y utilizar otros códigos, como saludar con la mano y con las palabras “buenos días, ¿qué tal?”, “¿cómo estás?”. No hacerlo puede hacernos parecer poco sociables.
Mostramos nuestra amabilidad con más gestos
Mientras la alegría puede mostrarse a través de los ojos, la amabilidad es más difícil, gestos como una como la inclinación de cabeza indican sustituyen perfectamente a una sonrisa amable.
Modificamos nuestro tono de voz y lo alzamos. Utilizamos más las manos
La mascarilla reduce los decibelios de nuestra voz, por eso nos toca hablar más alto y claro. También nos exige ser más expresivos: modular mejor nuestra voz, hacer más inflexiones, exagerar nuestra comunicación verbal y facial y acompañar la palabra con gestos con las manos para reforzar nuestros mensajes.
Recurrimos más a las caricias verbales y al sentido del humor
Son frecuentes las expresiones: «cómo me alegro de verte», «qué bien te veo», «muchos abrazos y besos virtuales», «nos damos el codo en vez de la mano»…
Este tipo de frases hacen que la gente se relaje, se cree complicidad y, sobre todo, favorecen la sonrisa y la risa aunque la llevemos tapada. No olvidemos que el sentido del humor es uno de los mejores rituales para conectar con las personas.
En definitiva, las mascarillas no impiden que niños ni adultos capten las emociones de los demás, pues aunque muchas veces no somos conscientes de ello, nuestra necesidad de comunicar y de que la persona que tenemos en frente nos comprenda hace que nuestro cuerpo emplee todo tipo de recursos y estrategias para ello.
Departamento de Orientación Psicopedagógica
Escuela Infantil Alkor