Te ofrecemos herramientas para mejorar su comportamiento en familia. Optimizar el vínculo entre padres e hijos debería ser una prioridad para todas las familias.
Para ello, se debe tratar de aumentar el número de interacciones positivas que se producen entre ambos.
Lo primero que debes hacer es valorar los pequeños momentos. Por ejemplo, un simple abrazo. La fuerza del abrazo es abrumadora y genera un estado y sacudida de calma fundamental en muchas ocasiones.
Encuentra conexiones verdaderas. Pero, ¿cómo hacerlo?
Te vamos a ir desgranando cómo poner soluciones a ciertos problemas de las relaciones diarias con los hijos. Anota estas tres primeras herramientas para mejorar su comportamiento:
1.- Toma tu tiempo para elogiar las interacciones positivas. Busca oportunidades para ello, aunque te parezca que no es necesario o es obvio.
2.- Impulsa experiencias compartidas. Servirán para crear un vínculo más fuerte en el futuro.
3.- Recompensa el trabajo en familia-equipo para alcanzar pequeñas metas.
Hay momentos en los que nuestros hijos no se portan de forma adecuada porque estamos desconectados de ellos y ellos de nosotros. La falta de tiempo para pasar con los hijos es una constante del día a día. Es aquí donde suelen aparecer las malas contestaciones, los gestos incómodos, conductas desafiantes… Y todo esto lleva al desgaste de la dinámica familiar.
Si nos ponemos del lado de nuestro hijo, el recibir reproches frecuentes o percibir el desasosiego de sus padres por no poder pasar más tiempo con ellos les afecta negativamente. Esto provoca resentimiento y puede, incluso, dañar su autoestima.
Entendemos vuestra impotencia por no saber cuál es la mejor estrategia para hacer frente al mal comportamiento de vuestro hijo. Es habitual probar diferentes técnicas de disciplina y no tener éxito. Ello es parte del problema ya que los niños responden mejor a los límites firmes que son continuamente reforzados, y no a los que se están cambiando constantemente.
Ayúdale a gestionar sus emociones
En momentos en que los hijos experimentan tristeza, rabia, enfado, frustración o alguna otra emoción intensa mal gestionadas, es posible que tengan un comportamiento inadecuado. Ese comportamiento es provocado por un sentimiento interior. En primer lugar hay que identifica qué es lo que desencadena las rabietas. Esto significa examinar qué situaciones son las detonantes, qué acontece inmediatamente antes, durante y tras los estallidos de ira.
Claro que esto necesita de pasar tiempo con nuestro hijo para notar y clasificar las emociones. El tiempo contribuye a que empiece a prestar atención a cómo se siente. Esto es fundamental, ya que, poner atención a nuestras emociones es el primer paso para aprender a manejarlas. El simple hecho de expresar una emoción a veces le sirve para calmarse.
Evita que se salga con la suya siempre
Tú puedes ayudarle a modelar su comportamiento en familia. Por ejemplo, si te dice que se siente triste o enfadado hay que validad la emoción y fomentar vías para bregar con ese sentimiento. Decirle que no puede o no debe sentirse así, o que no tiene razones para sentir lo que siente no ayuda.
Sí que debes enseñarle que hay momentos en los que se puede conseguir lo que se quiere y otros en los que no. El niño debe ver que esa situación forma parte de la vida.
Establece tu autoridad para hacerle sentir seguro
Por supuesto, esto no tiene nada que ver con establecer límites. Es responsabilidad nuestra guiar a nuestros hijos. De esta manera se van a sentir más seguros. La mejor forma de proceder a la hora de criar a los hijos consiste en tener un elevado grado de cuidado, firme pero amable. A pesar de que pueda parecer que tu hijo siempre quiere tener el control, lo que de verdad le hace sentir seguro es una figura de autoridad sosegada, sólida y equitativa.
Motívale para que tome decisiones por sí mismo
Tu hijo debe comenzar a tomar decisiones a medida que va creciendo. Sin embargo, estas decisiones han de ser consecuentes con su nivel de desarrollo. Es decir, podrán resolver a qué jugar o qué programa ver, pero no durante cuánto tiempo, por ejemplo. Serás tú quien determine este tipo de decisiones.
Un niño comienza a portarse mal de modo natural conforme se vuelve más independiente. Establecer límites sólidos desde el principio hace que la conducta adecuada sea más probable en el futuro. Empieza a saber lo que significa “no” desde muy temprana edad.
El desarrollo de la empatía
Gran parte de la disciplina en los primeros momentos de la vida trata de mantener a tu hijo a salvo. No obstante, establecer límites desde el principio ayuda a sentar las bases para un buen comportamiento futuro. Hay que decirle qué conductas le permitimos y cuáles no. De este modo se sentirá más seguro porque sabe quién está al cargo.
Las reglas, además, son una manera de ayudarle a que empiece a considerar la perspectiva de los demás: a desarrollar la empatía. Un niño de dos años puede ser demasiado egocéntrico para comprender cómo se sienten los demás. Pero sí puede empezar a aprender que compartir es algo agradable.
Tener berrinches y portarse mal son comportamientos habituales e incluso sanos. Indican que tu pequeño se está volviendo más independiente, probando límites, desarrollando destrezas y opiniones, e investigando el mundo que le rodea. No hay que percibir esto como negativo.
Lo que no debe aprender es que si tiene un berrinche, obtiene lo que quiere, porque considerará esta forma de actuación como el mejor modo de resolver un problema o de comunicar sus necesidades.
Cuando le consolamos ofreciéndole lo que ha pedido con tal de solventar la situación estamos reforzando el berrinche. Consolidamos así ese comportamiento y dejamos de lado la probabilidad de desarrollar otras maneras más adecuadas de manejar sus emociones.
Herramientas para mejorar su comportamiento
Pero tranquilo, la buena noticia es que aprender a mantenerse calmado, en vez de comportarse mal, es una destreza que se puede enseñar. Como progenitores tenemos un papel primordial ayudando a nuestros hijos en el manejo de sus emociones.
Para ayudaros en esta tarea os damos consejos prácticos para prevenir estas crisis emocionales.
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Toñi Mateo
Colegio Alkor